EL OBISPO DE SILVES Y LA IGLESIA DE S. JUAN BAUTISTA

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Releyendo sobre las diez iglesias intramuros más antiguas de Madrid mencionadas en la Carta de Otorgamiento del Fuero de Madrid nos encontramos con un curioso personaje citado por todos los cronistas y relacionado con una de ellas, la ya desaparecida iglesia de San Juan Bautista. Esta iglesia fue consagrada por fray Roberto, obispo de Silves (Portugal). Sepamos algo más sobre el que puede que sea el primer personaje relevante portugués relacionado con la historia de Madrid.

D. Fernando Chueca Goitia decía sobre esta iglesia, con su sencilla erudición, lo siguiente:

Tiene unos orígenes muy antiguos pues es una de las diez mencionadas en el apéndice 1º del Fuero de Madrid (1202) que existían intramuros de la villa, apiñadas en torno al Alcázar (Santiago, San Juan, San Miguel de la Sagra, San Nicolás, Santa María, el Salvador, S. Miguel de los Octoes, S. Justo. S. Pedro y S. Andrés). Tan antigua es que los “historiadores” de la Villa, -y ello hacia escandalizar a don Elías Tormo que los motejaba de “fantásticos”-, contaban que la iglesia de San Juan Bautista había sido fundada nada menos que por un emperador romano y consagrada por fray Roberto, obispo de Silves (Portugal) en 1224 o 1254 y que era de culto católico mientras que su vecina Santiago era de los godos arrianos, siendo junto con Santa María y San Pedro las únicas iglesias que se citan en el siglo XVII como consagradas.

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De la descripción de Chueca nos llaman la atención dos hechos algo insólitos: que fuera fundada por un emperador romano y el que fuese consagrada por un obispo portugués.

 

ORÍGENES

El primero de los hechos, que escandalizó a D. Elías Tormo, se debe efectivamente a la fantasía de algunos cronistas de la Villa durante el siglo de Oro que, deseosos de constatar la mayor antigüedad posible para la Villa y Corte (preferiblemente anterior al dominio musulmán), interpretaron erróneamente el significado de los tres tondos que lucían sobre el dintel de su portada principal.

Eran tres medallones circulares de piedra, que mostraban los siguientes motivos esculpidos, de derecha a izquierda: El Agnus Dei de los santuarios bizantinos o cordero con lábaro, una cruz griega de extremos redondeados y rodeada de una circunferencia pintada en rojo, y, finalmente, un Crismón, anagrama que recoge el nombre de Cristo en griego, con las letras X (chi) y P (ro). Jerónimo de la Quintana quiso ver en la representación del Crismón la constatación de ser un templo de rito Católico Romano ya que las tropas del Emperador romano Constantino I lo adoptaron en sus estandartes a raíz del Edicto de Tolerancia religiosa dictado en Milán en el año 312.

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Este templo madrileño, según esa alegre interpretación, ya existiría, nada menos, que durante la vigencia del reino visigodo de Toledo, más en concreto durante el reinado de Recaredo, primer monarca godo oficialmente católico, tras el III Concilio de Toledo del año 589.

Sin embargo, la utilización de este símbolo cristiano ha sido frecuente en la arquitectura románica empleada durante la Reconquista cristiana. Por tanto, sería más lógico asociar la pertenencia de dichos elementos ornamentales y simbólicos a la corriente artística del románico. Elementos que permanecieron íntegros hasta la reforma que se efectuó en la fachada principal y otras partes del templo a partir de 1609.

El segundo de los hechos, en cambio, sí que consta documentalmente. La iglesia de San Juan Bautista fue consagrada en el año 1254 con intervención de Monseñor Fray Roberto, obispo de la lusitana localidad de Silves (entonces capital del Algarve, reconquistada a los musulmanes en 1249 por el rey portugués D. Afonso III el reformador) y según licencia otorgada por D. Sancho de Rojas, Arzobispo de Toledo, el 7 de julio de dicho año, bajo el reinado del monarca castellano-leonés, D. Alfonso X el Sabio.

El hecho de que un obispo portugués consagrara un templo madrileño en el siglo XIII se debe, en primer lugar, a que la diócesis de Silves fue creada y dotada por Alfonso X en confrontación con el rey Afonso III de Portugal, por lo que el nombramiento de sus primeros obispos, hombres de la absoluta confianza del monarca castellano, estaba prácticamente en sus manos. Así ocurrió con el dominico fray Roberto (1252-1260), uno de los representantes del monarca castellano en misiones diplomáticas.  

En segundo lugar, la presencia del obispo de Silves en Madrid (por entonces de misión en Toledo) se debe a la disputa que por el Algarve mantuvieron castellano-leoneses y portugueses. El conflicto se resolvió con el acuerdo de paz del Tratado de Badajoz (1267) entre Alfonso X de Castilla y Afonso III de Portugal, en el cual se acordó la soberanía de derecho del monarca castellano-leonés sobre dicha comarca portuguesa, y el gobierno efectivo del monarca luso sobre la misma, incluyendo la decisión de casar a Beatriz, hija natural del rey sabio, con el rey reformador.

De este modo matamos dos pájaros de un tiro: Saber por qué un obispo portugués consagró la desaparecida iglesia románico-mudéjar de San Juan Bautista y el motivo por el cual los monarcas españoles ostentan, todavía hoy, el título honorífico de rey de los Algarbes.

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LA IGLESIA DE SAN JUAN BAUTISTA

Es en la época de su consagración cuando el templo adquiere su aspecto conforme a la arquitectura románico-mudéjar imperante en esta zona de Castilla. Se trataba de un pequeño templo de tres naves de planta basilical, con ábside semicircular románico y torre dotada de campanario situada en el lado del Evangelio de la fachada principal.

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A partir de 1609 se efectuó una reforma en la fachada principal y otras partes del templo, cuando esta parroquia absorbió la feligresía y funciones del Convento de San Gil el Real, casi medianero al Real Alcázar, y parroquia del mismo hasta ese momento. Desde esa fecha, la modesta iglesia de San Juan Bautista se convirtió en Parroquia del Real Palacio y vivió acontecimientos como el bautizo de la Infanta Margarita de Austria, hija de Felipe IV e Isabel de Borbón, en 1624. A pesar de su modesto tamaño, el templo incluía capillas de linajes tan destacados como los Solís, Luján, Herrera, Lodeña, o la de D. Gaspar de Fuensalida, donde fue enterrado Velázquez en 1660.

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La iglesia fue derribada entre 1809 y 1811, junto a otras muchas, por José Bonaparte y su parroquialidad se refundió entonces con la cercana de Santiago, única de ellas que se reconstruyó en 1811.

En esta última se encuentran desde entonces los cuatro restos conocidos de la iglesia de San Juan Bautista (a falta del muy ansiado sepulcro de Velázquez, tras su infructuosa búsqueda en las excavaciones arqueológicas de 1999 a 2002), el órgano del s. XVIII, la Pila bautismal de alabastro con cubrición de plata, el S. Juanito, talla de la escuela sevillana del siglo XVII, atribuida a Pedro Roldán (1629-1699) padre de La Roldana y el Bautismo de Jesús, magnífico lienzo de Juan Carreño de Miranda (1614-1685) que presidía su altar mayor. Está simbólicamente ubicado sobre el baptisterio del crucero de la iglesia de Santiago y San Juan Bautista.

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Por Antonio Iraizoz García (*)

 

Fuentes: 

La política eclesiástica de Alfonso X. El rey y sus obispos. Carlos de Ayala Martínez. Universidad Autónoma de Madrid. 2014-2015

Manuelblas.Madrid.

Las Iglesias del Fuero. http://elmadridmedieval.jmcastellanos.com/

Los restos de la Iglesia de San Juan en la Plaza de Ramales, de Julio Real.

(*) El autor, arquitecto urbanista e investigador, creó en 2011 el blog de historia y cultura portuguesa relacionada con Madrid “Pessoas en Madrid” http://pessoasenmadrid.blogspot.com/

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